Esta es la reconstrucción del famoso mecanismo de Anticitera, llamado así por haber sido hallado frente a las costas de una pequeña isla homónima, en medio de los vastos archipiélagos griegos del mar Egeo. El hallazgo fue obra de unos buzos mariscadores, que dieron por casualidad con los restos del naufragio junto al que se hundió hace unos dos mil doscientos años. Con el tamaño de una caja de zapatos, este aparato fabuloso rompió con muchos prejuicios de la mentalidad moderna, que siempre tiende a considerar como zafios a los hombres de la antigüedad.
Se trata de un complejo sistema de engranajes que funciona como un astrarium, es decir, un aparato que indica los movimientos y posiciones relativas del Sol, la Luna y los planetas con respecto a nosotros, realizando cálculos de una enorme precisión. El mecanismo de Anticitera es, al mismo tiempo, una especie de fina calculadora, un planetario móvil y un reloj astronómico. Algunos estudiosos señalan que se trata de la computadora más antigua conocida hasta el momento, aunque con un funcionamiento analógico en vez de digital. Pese a que su hallazgo data de abril del año 1900, no ha sido sino hasta ahora que se ha logrado comprender su funcionamiento.
Los restos del mecanismo están expuestos en el museo arqueológico nacional de Atenas, pero fueron los investigadores del University College de Londres los responsables de la reconstrucción digitalizada del artefacto, cuya capacidad para predecir eclipses, conjunciones y aspectos entre los astros es extremadamente exacta. No se esperaba una complejidad y precisión semejantes hace dos mil doscientos años. Y aunque nadie sabe a ciencia cierta quién lo creó, son muchos los que le atribuyen su diseño al famoso matemático, astrónomo, físico e ingeniero griego Arquímedes de Siracusa, quien vivió en la misma época en que se hundió el barco que transportaba este fabuloso instrumento, o hasta poco antes del naufragio para ser exactos.
La hipótesis de Arquímides, quien murió durante el asedio romano a Siracusa en el 212 a.C., plantea que entre los objetos saqueados por las legiones estaban los curiosos artefactos del genio griego, los cuales terminaron a bordo de los navíos del ejército. El barco que transportaba este extraordinario artilugio terminó hundiéndose en medio de alguna tormenta en el mediterráneo oriental. Una hipótesis alternativa plantea que el mecanismo habría sido construido unos cien o ciento cincuenta años después, en los talleres de la isla griega de Rodas, famosa por sus avances en ingeniería. El invento habría sido diseñado sobre la base del trabajo astronómico del gran Hiparco de Nicea y de los aportes posteriores del filósofo estoico Posidonio de Apamea, ambos residentes en la mentada isla.
Pero sea quien sea su creador, el mecanismo de Anticitera es una obra de astronomía e ingeniería monumental. Su sistema de treinta ruedas dentadas combinadas con ejes móviles es capaz de reproducir con impecable exactitud el movimiento directo, retrógrado y estacionario de todos los planetas del septenario clásico, asemejando de manera asombrosa el complicado trabajo de cálculo cosmográfico que realizamos en la actualidad con el software astrológico. Se trata de una creación tan intrincada a nivel mecánico que hace tambalear nuestras creencias sobre el supuesto oscurantismo de épocas anteriores a la revolución científica del siglo XVI.
Un detalle que no debemos soslayar es el hecho de que su creación, ubicada entre los siglos III y II a.C., coincide con la aparición de la astrología horoscópica griega. ¿Puede ser mera coincidencia o es que el mecanismo de Anticitera tenía más funciones que la exclusivamente astronómica? Hago esta pregunta porque sabemos que para aquél entonces existían astrólogos que hubiesen saltado de felicidad con una maravilla como ésta. Y aunque lo que planteo es meramente especulativo, el hecho de que este instrumento reproduzca con pasmosa precisión los mismos movimientos y posiciones relativas de los astros, con sus ubicaciones zodiacales y sus aspectos, tal como lo hacen programas como Janus, Solar Fire, Kepler o Meridian, genera la obvia posibilidad de utilizar el mecanismo como un moderno software astrológico.
Por lo pronto, el desciframiento de los complicados engranajes nos enfrenta a un par de preguntas fundamentales que nadie debería eludir, no al menos si considera importante contar con un mínimo de certeza y honestidad intelectual. En concreto, ¿eran los hombres de la antigüedad unos completos petardos? ¿Carecían de sofisticación tecnológica y de acabados conocimientos científicos? Quien esté familiarizado siquiera con un mínimo de ingeniería mecánica, entienda un poquito de relojería, o bien maneje fundamentos de astronomía, comprenderá que es imposible responder afirmativamente a estas dos preguntas. En consecuencia, es urgente que nos replanteemos todas nuestras ideas acerca del pasado.
Publicado el jueves 1 de abril de 2021.
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