Transcribo la respuesta que los sabios de la Universidad de París le enviaron al rey francés Felipe VI frente a su consulta sobre las causas de la brutal peste negra que azotó Europa y Asia durante la Edad Media. Este texto que trasunto aquí, es el fragmento de un documento bastante más extenso, redactado en el año de 1348, donde se da cuenta, a mi juicio de manera exquisita, de una cosmovisión anclada en la filosofía natural dentro de la cual vemos el papel preponderante asignado a la astrología. El tono del extracto puede parecer algo redundante y recursivo, debido al estilo propio de aquellos tiempos. A mí me resulta encantador, especialmente porque manifiesta tanto el saber académico de aquella época, conocimientos de mucha mayor significación que los actuales, como la elegancia en la comunicación de los mismos, que se refleja en el manierismo retórico de las expresiones. La configuración astrológica que se menciona en la respuesta al rey es prácticamente la misma que ocurrió el 31 de marzo pasado, mientras la pandemia del coronavirus SARS-CoV-2 llegaba a un terrible paroxismo en Europa, mismo que hoy se ensaña con nosotros aquí en América. Sin más preámbulos los dejo con el fragmento traducido.
“Decimos que la primera y distante causa de esta peste fue y es la configuración de los cielos. En 1345, una hora después del mediodía del 20 de marzo, hubo una conjunción importante de tres planetas en Acuario. Esta conjunción, junto con otras conjunciones y eclipses anteriores, al causar una corrupción mortal del aire que nos rodea, implica mortalidad y hambruna, como también otras cosas de las que no hablaremos aquí porque no son relevantes. Aristóteles testifica que este es el caso en su libro «Sobre las Causas de las Propiedades de los Elementos», en el que dice que la mortalidad de las razas y la despoblación de los reinos ocurren en la conjunción de Saturno y Júpiter, pues grandes eventos emergen entonces, cuya naturaleza depende de la triplicidad en la que acontece la mentada conjunción. Y esto se encuentra en los filósofos antiguos, y Alberto Magno en su libro «Sobre las Causas de las Propiedades de los Elementos», tratado 2, capítulo 1, dice que la conjunción de Marte y Júpiter causa una gran pestilencia en el aire, especialmente cuando se unen en una signo caliente y húmedo, como fue el caso en 1345. Pues Júpiter, siendo húmedo y caliente, extrae vapores malignos de la tierra y Marte, puesto que es inmoderadamente caliente y seco, luego enciende los vapores y como resultado hubo rayos, chispas, vapores nocivos e incendios en todo el aire.” “Estos efectos se intensificaron porque Marte, un planeta malévolo que generaba ira y guerras, estuvo en el signo de Leo desde el 6 de octubre de 1347 hasta finales de mayo de este año, junto con la cabeza del dragón (Nodo Norte), y puesto que todas estas cosas son calientes atraían muchos vapores, por lo que el invierno no fue tan frío como debería haber sido. Y Marte también estaba retrógrado y, por lo tanto, atraía muchos vapores de la tierra y el mar que, cuando se mezclaban con el aire, corrompían sus sustancias. Marte también aspectaba a Júpiter con una configuración hostil, es decir, cuadratura, y eso causó una disposición o calidad malvada en el aire, dañina y odiosa para nuestra naturaleza. Este estado de cosas generó fuertes vientos, porque de acuerdo con Alberto Magno en el primer libro de su «Meteora», Júpiter tiene la propiedad de levantar vientos poderosos, particularmente del sur, lo que provocó un exceso de calor y humedad en la tierra; aunque de hecho fue la humedad la más marcada en nuestra parte del mundo. Y esto es suficiente sobre la causa distante o universal por el momento.”
Nota: El libro citado en un principio como obra de Aristóteles es el mismo que posteriormente se cita como obra de Alberto Magno; «Sobre las Causas de las Propiedades de los Elementos». En realidad se trata de un comentario de este último sabio a la filosofía Aristóteles.
Publicado el miércoles 1 de julio de 2020.
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